jueves, 21 de febrero de 2013

Y de repente...

¿Nunca os ha pasado que un día despertáis y os dais cuenta de que ya nada era como antes? A mi sí. Millones de veces, a diferentes etapas de mi vida, a cada segundo...
Un día, te paras a observar la vida, una vida que desde el momento en el que naciste hasta hoy, es completamente diferente. Millones de amigos, familiares y momentos que dejas atrás. Siempre habrá cosas que habrán desaparecido porque no quedaba más remedio, como tu primer juguete. Pero hay otras, que abandonamos sin motivo ninguno, y ahí surge mi pregunta. ¿Por qué dejamos tantas cosas en el camino sin ninguna explicación razonable?.
Lo que para mí antes era lo más grande del mundo, ya no es nada. No la recuerdo, no la quiero y hasta la odio. Miles de experiencias y momentos ligadas a esa persona o a ese objeto, y una mañana dejan de ser importantes. ¿Por qué? Crees tener tus motivos, pero en realidad, no los hay. Solo buscas excusas porque el resto de la gente que te rodea, ya lo ha hecho. Han arrancado, olvidado o destrozado las cosas que no consideran importantes, pero ¿hay algo que no sea importante? Todo lo que un día te hizo sonreír, lo es. Sonreír o llorar, qué más da. Cualquier cosa que alguna vez nos despertara alguna emoción, es digno de conservar, ya sea en nuestro corazón, en nuestra mente o en una cajita de nuestra habitación.
Aunque me duela, la vida es así. No queremos nada viejo, solo deseamos las cosas nuevas. Lo que un día te ayudó a conseguir lo que hoy eres, ya no vale. Sin embargo, apreciamos lo reciente, cuando todavía no ha aportado demasiado.
Si, la vida es así. Hasta que llega esa mañana en la que despiertas y te das cuenta de que todo lo que deseabas, ya no está o no es lo mismo. Entonces, quieres volver a recuperarlo, a tenerlo entre tus manos, poder abrazarlo... Pero es muy difícil. Causamos mucho daño y no siempre podemos tener las cosas cuando queremos. Por eso lo que un día fue fácil, hoy es imposible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario