lunes, 29 de abril de 2013

-¿Qué pasa?
-Nada, no lo entenderías.

Muchas veces necesitamos vivir deprisa. No nos conformamos con lo que tenemos, queremos más. Queremos descubrir y aprender. Y sinceramente, no creo que eso sea algo malo, si no todo lo contrario, ya que pienso que es algo inevitable. Pero en ocasiones, aprender y descubrir no es sinónimo de felicidad o de satisfacción, supongo que eso ya lo sabréis. Porque por ejemplo, no creo que un niño pequeño encuentre la verdadera felicidad al descubrir que los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez no existen. Y también estoy segura de que si hace ocho años mi padre me hubiera contado esa cosa que yo le preguntaba constantemente, hoy tampoco sería más feliz. Incluso ahora mismo, no podría serlo debido a esa explicación que tanto me podría haber dolido, aún sin entenderlo.
Lo que quiero decir con esto, es que cuando somos pequeños todo nos parece una enorme pregunta sin respuesta. Y aunque vivamos sumergidos en una eterna felicidad donde lo único que nos importa es la hora de la merienda, no nos gusta no entender nada. Necesitamos ser uno más, queremos poder entender las conversaciones entre tus familiares a la hora de la comida y deseamos ser parte de ese diálogo. Entonces, llega ese momento en el que preguntamos que qué pasa. ¿La respuesta? Nada, que no lo entenderíamos.
Recuerdo que cuando era pequeña, me pasaba el día preguntándolo todo. No soportaba el no saber y el no entender. En ocasiones, dependiendo de la suerte que tuviera ese día, me explicaban algo, pero otras veces, no lo hacían. En ese mismo instante, me cabreaba muchísimo, ¿de verdad creían que no lo iba a comprender?. ¡¿Yo?! ¡¿Una niña de siete años sin entender las cosas?! Pues sí, tenían razón. Y hoy quiero darle las gracias a esa gente que no quiso hablarme de la realidad cuando no la necesitaba para vivir. Gracias por permitirme disfrutar de mi infancia al cien por cien. Y gracias, sobre todo, por hacer mi ignorancia más larga.
Si hubiera tenido que entender a la fuerza las miles de maldades y de injusticias que hay a nuestro alrededor, hoy no sería yo. Sería una persona completamente diferente, quizá más fuerte, pero con un gran dolor tanto interior como exterior. Egoísta pero cierto.

''A la hora de vivir la vida, puedes elegir dos caminos. Está el camino más rápido y el camino más lento. Para que me entendáis, podéis subir por las escaleras mecánicas o por las normales. Las primeras te harán vivir deprisa, sólo acomódate y observa. Sin embargo, las segundas, te costarán un poco más. No conseguirás llegar al destino deseado tan pronto, pero recuerda, que podrás parar cuando lo desees. Podrás disfrutar de cada momento el tiempo que quieras. Todo lo contrario que con las primeras, ya que una vez que te subes en ellas, no puedes parar. Seguirán adelante sin detenerse''

1 comentario:

  1. Hola María! Me ha gustado mucho tu pequeño ensayo porque me siento un poco identificada con él. Comparto contigo muchas de las cosas que has dicho en tu texto por ejemplo cuando dices que preguntábamos algo y o no nos respondían o simplemente decían "Nada no lo entenderías". Y llevas toda la razón cuando dices que si ese problema nos lo hubieran contado en su momento tampoco seríamos del todo felices debido a que ese problema está ahí y no es fácil de olvidar por mucho que queramos y seguro que ahora puede que nos preocupase más.
    Sigue así! ;)

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