jueves, 9 de mayo de 2013

Soledad.

Recuerdo que cuando era pequeña uno de mis mayores miedos era la oscuridad. Odiaba esa hora en la que tenía que ir a la cama, y entonces, todas las luces se apagan y la puerta de mi habitación se cerraba. Veía como en escasos segundos todo desaparecía. Mis muebles y mis juguetes se perdían en la oscuridad. Todo dejaba de existir durante unas horas. Incluso a veces, necesitaba pellizcarme para saber si yo misma seguía ahí. Me sentía sola, muy sola.

Sin embargo hoy, adoro la oscuridad por la misma razón que antes la odiaba. No soporto que entre ningún reflejo de luz por mi ventana, por eso bajo la persiana lo más que puedo. Tampoco soporto dejar la puerta de mi cuarto abierta, si no la cerrara escucharía conversaciones ajenas que no me interesan. Por lo tanto, me aíslo entre cuatro paredes y solo dejo que entre en mi habitación un solo acompañante, la oscuridad.

Entonces comienza mi viaje. Un viaje que no entenderíais. Miles de pensamientos pasan por mi cabeza, recuerdos que parecían olvidados regresan a mi mente. Y si por un casual me da por mirar a mi alrededor y no veo nada ni a nadie, no me siento sola, si no todo lo contrario. Vuelvo a pellizcarme como hacía cuando era pequeña, y me duele, por lo tanto sé que sigo ahí. Es en ese momento en el que me pregunto, ¿qué mejor persona que yo misma para estar conmigo? Nadie, no hay nadie mejor que yo para escucharme. Y nadie mejor que yo para lograr entenderme. Es en ese instante en el que me doy cuenta de que me gusta la soledad y de que la necesito. Si ella no existiera, nunca conseguiría conocerme del todo.
Muchos la odian, se agobian cuando la ven llegar. Una vez que se les planta encima, huyen. Buscan compañía, necesitan encontrar la luz. Aún así siempre regresa, creo que sabe que todos la necesitamos en algún momento de nuestras vidas. Pero yo, al contrario que otros, no la puedo esperar. La busco.

Pero, ¿si viviera en un mundo en el que no existiera absolutamente nada excepto yo?, ¿me gustaría?. Creo que no. Es más, a veces pienso que en realidad lo que tengo es miedo a caminar algún día sola. Siempre he presumido de mi independencia, pero creo que en el fondo soy bastante dependiente. Aunque me guste disfrutar de mi compañía, necesito la de los demás. Necesito que me recuerden quién soy y por qué lo soy. Y a la hora de tomar una decisión, mi opinión será la más importante, pero siempre ayuda saber la de los demás.


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