¿Nada dura eternamente?

Segundos, segundos que deseamos que duren una eternidad. Pero al fin y al cabo, un segundo son solo mil milésimas. Mil milésimas que en un simple segundo pasarán y no volverán. No volverán jamás.
Habrá más segundos, claro. Y quizá parecidos, pero no iguales.
Es en casos como este en los que me gustaría hacer magia. Magia para conseguir pausar un momento, detener un segundo. Pero no, no tengo ninguna varita mágica que consiga destruir el sonido del ''tic tac'' de mi reloj. Pero yo no me doy por vencida. Sigo buscando el truco perfecto que me haga conseguir lo que deseo. Y creo que por fin, lo he encontrado.
Esta vez es un truco diferente. No hay brujas que me hayan dado una receta secreta ni tampoco genios que me hayan concedido un deseo. Solo es cosa mía, y tuya.
Porque aunque no lo creáis, todos podemos hacer magia. Todos tenemos el poder de detener el tiempo. Ya pueden ser milésimas, segundos, minutos o incluso horas, da igual. Solo se trata de recordar, eso sí, con mucho cuidado de no caer en el error de olvidar. Mantener ese momento con vida y no dejarle nunca morir.
Si puedes hacer esto, conseguirás que un solo segundo dure eternamente.